La piel es el mayor de nuestros órganos. Es extremadamente sensible porque recibe la gran mayoría de los estímulos exteriores, tanto positivos y agradables como una caricia o un beso, como negativos y desagradables como el calor o el dolor.
La piel en verano se deshidrata. El Sol, el calor, la falta de protección por ir con ropas veraniegas que dejan grandes partes de la piel al aire, producen en la piel no sólo ese color bronceado que tanto gusta, sino una sequedad que supone un desgaste y un problema de protección del cuerpo, de falta de agua, de salud.
El uso de aceites hidratantes es fundamental y deben usarse en la
totalidad de la piel, especialmente en las zonas más sensibles. Y para
ello, recibir un masaje supone un valor añadido, porque al hecho de
hidratar y proteger la piel, se une la sensación maravillosa de la
caricia, de la ternura, del cuidado del amante; cuidado mutuo.
Si fusionamos la práctica de hidratarnos la piel con aceite al placer de recibirlo en forma de masaje tierno y sensual, tendremos una maravillosa experiencia estival... No renuncies a ella.
Y después del verano debemos seguir mimando nuestra piel y hacerla sentir, cada día, más tierna y sensible.
Si fusionamos la práctica de hidratarnos la piel con aceite al placer de recibirlo en forma de masaje tierno y sensual, tendremos una maravillosa experiencia estival... No renuncies a ella.
Y después del verano debemos seguir mimando nuestra piel y hacerla sentir, cada día, más tierna y sensible.
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